La educación es un proceso fundamental en la vida de cualquier persona, y su objetivo es ayudar a las personas a desarrollar sus habilidades y conocimientos.

La misión de cualquier educador dentro de su vida profesional es maximizar las capacidades de nuestros estudiantes y ayudarles a ser mejores personas. Con respecto a esto, los maestros o, dicho de otra manera, los mentores, tenemos una misión vital en la que debemos de perfeccionar e incentivar al aprendiz a que su libertad comience desde dentro de su conciencia. Sin embargo, para educar en libertad de pensamiento, las primeras personas que han de ser plenamente libres o acercarse a esa libertad han de ser los propios educadores, pero, ¿cómo educamos de las generaciones futuras en libertad de pensamiento?

En primer lugar, no existe una regla, norma o teoría en la que tengamos que leer unas instrucciones y seguirlas al pie de la letra. Tampoco existe un nivel definitivo en el que se llegue a ser plenamente libre, ni siquiera en la forma de pensar, aunque podríamos llegar a acercarnos en ella. Si nos guiáramos por una serie de directrices, llegaríamos a la conclusión de que no existe una fórmula definitiva, aunque sí algunas claves.

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Carlos Ruiz Ruiz - Estudiante del Grado en Educación Primaria. 1.º B -

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